Arrow fue una de la
sorpresas de hace un par de años. La verdad es que no daba un duro por
esta serie y según fueron pasando los capítulos me iba gustando cada vez
más. La idea de dividir la trama entre el presente en la ciudad y el
pasado en la isla fue todo un acierto. Los últimos episodios fueron muy
buenos y la muerte en el último capítulo bastante emotiva. Con todo esto
en mente cuando me puse a ver la segunda temporada tenía unas
expectativas bastante altas.
La serie sigue con el esquema de ir contando las aventuras de Arrow, ahora llamado así ya por todos, en la ciudad mientras los flash backs nos van mostrando lo que le ocurrió al personaje en la isla y alrededores. Si, ahora no tenemos a Queen atrapado en la isla, ahora el escenario se ha ampliado a un barco cercano y algún que otro vehículo.
El eje central de la temporada es la lucha entre Slade y Oliver. Los lectores de comics sabemos de sobra que Slade Wilson es la identidad civil de Deathsroke, el mejor asesino del mundo. En la serie Deathstroke es tan letal como su contrapartida de las viñetas y pone a Arrow en serios apuros en bastantes momentos. El héroe tendrá que poner todo su empeño y lo aprendido anteriormente para derrotar a su enemigo y aún así pagará un precio. La pelea entre ambos personajes se muestra tanto en la isla como en la ciudad.
Arrow ha cambiado sus métodos de enfrentarse a sus enemigos. Ahora no mata, o al menos pone todos los medios posibles para evitarlo. Además según van pasando los capítulos su grupo de compañeros irá creciendo poco a poco y terminará teniendo un pequeño ejército con el que luchar contra el crimen. Siguen estando Felicity con las labores de inteligencia y Diggle como apoyo en los momentos más peliagudos, pero ahora además saldrán, entre otros, Canario Negro la eterna novia de Green Arrow en las viñetas.
El espíritu del Batman de Nolan sigue incluso más presente en esta secuela. La primera vez que se cruzan Oliver y Slade en la mansión es exactamente igual que cuando Bruce y Ras se ven en la mansión Wayne en Batman Begins. El final, con todos los seguidores de Slade asaltando la ciudad me ha recordado también al final de The dark knight rises. A todo esto hay que sumarle los guiños al mundo de los cómics (ese suero del supersoldado), los homenajes a autores y algunos cameos de otros personajes. El más claro es el de Flash, o mejor dicho Barry Allen, pero hay otros más escondidos como el de Harley Quinn en el capítulo del Escuadrón Suicida. Los guionistas han sabido incluir todas estas ideas en la trama y el conjunto esta lleno de sorpresas.
Los actores encajan cada vez mejor en sus respectivos roles. Stephen Amell es Arrow de la misma manera que Hugh Jackman es Lobezno o el Capitán América Chris Evans. Ha hecho suyo el papel y ha dotado al personaje de chulería, carisma y heroísmo necesarios. Pero si algún actor destaca especialmente es Manu Bennett en su papel de Slade Wilson/Deathstroke. Me encanta este actor desde que le vi en Espartaco y aquí se luce como la némesis definitiva de Arrow. El resto de actores hacen un buen trabajo pero los dos protagonistas destacan especialmente.
La historia de Deathstroke se cierra de relativamente definitiva pero se dejan unos cuantos cabos sueltos con ideas de por donde seguirá la siguiente temporada. El status de Arrow cambia y el ataque de Slade tanto a la ciudad como a sus seres queridos le hará replantearse sus actuaciones. Poco o nada queda del Arrow de los primeros capítulos, con el paso del tiempo ha dejado de ser un matón justiciero y se ha ido convirtiendo en un héroe protector.
Esta segunda temporada de Arrow me ha encantado. Encontramos de nuevo todo lo que había en la primera pero con más desarrollado y con una trama que engancha desde el principio. La serie ha sabido encontrar su camino y además de un protagonista con mucho carisma han sabido crear un gran reparto de secundarios. Para mi una de las series más recomendables de la actualidad. Si te gustan las series de acción, los supers o las películas de Batman dirigidas por Nolan no deberías perderte Arrow.
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